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La apuesta absurda de Europa solo por el coche eléctrico y de hidrógeno

El Plan «Fit for 55» supone reducir las emisiones de CO2 un 55% para 2030 y reducirlas a cero en 2035, lo que significa la prohibición total de vender coches que no sean eléctricos.

Noruega es el paraíso del coche eléctrico por su red de recarga, el precio de la electricidad y la rebaja de impuestos.

Europa tomaba la decisión la semana pasada de prohibir todos los vehículos que no sean cero emisiones desde 2035, una categoría en la que también se incluye el coche de hidrógeno. Una decisión que busca posicionar a Europa como la región del mundo más comprometida con el medioambiente, pero sin buscar soluciones a todos los problemas que plantea esta nueva movilidad eléctrica y sin asegurar una electricidad 100% renovable en Europa.

La Comisión Europea, antes de tomar esta difícil decisión, tenía la opción de estudiar el ejemplo de Noruega, el paraíso del coche eléctrico en el mundo. ¿Qué hizo el gobierno noruego para implementar el coche eléctrico cuando todavía era algo muy poco conocido? El punto de partida era muy bueno, Noruega tiene una energía eléctrica 100% renovable, consecuencia de su orografía y de sus inversiones en esta materia. Y también un precio de la energía muy barato, más aún si tenemos en cuenta su elevado nivel de vida.

A partir de ahí hizo un gran despliegue de puntos de recarga para hacer posible la llegada masiva del vehículo eléctrico. Y cuando todo esto ya estaba operativo, entonces dio el paso definitivo: eliminar los impuestos a la compra de un coche eléctrico. Para apoyar aún más su llegada, ofreció numerosas ventajas de aparcamiento, de circular por carriles bus, etc. El resultado es que más del 50% de los coches vendidos en Noruega es eléctrico y que el coche más vendido cada mes es el Tesla Model 3, el Audi e-tron o el Hyundai Kona eléctrico.

En el caso de Europa, la situación es un poco diferente. Esta decisión se toma en un momento en el que la energía eléctrica tiene un coste máximo en Europa y creciendo cada día. La energía en Europa sigue teniendo un porcentaje de producción en centrales térmicas de carbón o de gas natural. Esto hace que las emisiones de CO2 y de otras sustancias contaminantes sea elevada. Y lo más importante, salvo tres países (Alemania, Paises Bajos y Francia) en los que la infraestructura de recarga crece con fuerza, el resto no puede permitirse el lujo del coche eléctrico, de momento.

Con un panorama bien diferente al noruego, sin duda, llega el punto más delicado: el de los impuestos. En Bruselas llevan años negociando que los coches cero emisiones tengan una reducción en los impuestos, pero parece que nunca se llega a un acuerdo. Quizá porque el objetivo de la Comisión Europea es que los ciudadanos europeos paguen cada día más impuestos, por todo. De nuestros impuestos salen sus sueldos, sus magníficas dietas, sus viajes en Business o sus coches V8 de gasolina.

Hay que trabajar mucho para poner en marcha un plan de despliegue de infraestructuras, hay que esforzarse y negociar para rebajar el porcentaje de emisiones en la producción de electricidad. Pero los resultados merecen la pena, como demuestra el ejemplo de Noruega. Los políticos europeos no piensan en trabajar, pese a los miles de funcionarios que «viven» en Bruselas. Solo defienden las ideas de los lobby que trabajan en Bruselas y en concreto el de las eléctricas y el del coche eléctrico.

La Comisión Europea debería garantizar el acceso a puntos de recarga para los coches

La industria europea del automóvil ha hecho sus deberes, ya tiene una gama completa de vehículos cero emisiones a la venta, con unos precios competitivos en base al sobrecoste de las baterías. Pero la Comisión Europea debería hacer su trabajo, implementar una infraestructura y garantizar que todos los ciudadanos tengan acceso a puntos de recarga para sus coches y a un coste de la energía también razonable.

Noruega nunca ha planteado la prohibición del coche con motor térmico, pero ha implementado todo lo necesario para que el ciudadano decida optar por el coche eléctrico. Y a partir de un momento, lo antes posible, nadie querrá comprar un coche que emita CO2. Europa hace lo contrario, prohíbe la venta de coches de gasolina desde 2035 y a partir de ahí, que cada ciudadano se busque la vida para poder desplazarse.

Hay dos maneras de introducir una nueva tecnología, facilitando la transición con una reducción de costes y ofreciendo muchas facilidades y ventajas a los usuarios, o prohibir el uso de la anterior. Europa ha optado por la segunda.

Fabricantes

Desde ACEA, la asociación de fabricantes de automóviles, llevan meses pidiendo que se desplieguen infraestructuras de recarga, pero sus demandas se quedan archivadas en un cajón. Ahora, la asociación que engloba a los fabricantes de componentes del sector de automoción, CLEPA, advierte que con esta normativa la Unión Europea desaprovecha la oportunidad de promover la adopción de combustibles renovables.

La propuesta de la Comisión Europa «Fit for 55» pretende que los turismos reduzcan sus emisiones de dióxido de carbono (CO2) en un 55% para 2030 y un 100% para 2035. Un objetivo de cero emisiones para 2035 es la prohibición de facto del motor de combustión interna.

La secretaria general de CLEPA, Sigrid de Vries, señala que «esta no es la forma más efectiva o eficiente de transporte climáticamente neutro en la UE, y puede que ni siquiera nos lleve allí. El motor de combustión interna es climáticamente neutro cuando funciona con combustibles renovables sostenibles, mientras que el vehículo eléctrico de batería es climáticamente neutro solo si se carga con energía renovable. Por ello, la prioridad deben ser los combustibles renovables y la electricidad, no la prohibición de una tecnología”, ha sentenciado.

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