Comienza la COP28 de Dubái, donde casi 200 países debatirán sobre combustibles fósiles y buscarán un acuerdo para acelerar la transición energética
Los países suspenden el primer examen mundial sobre la lucha contra el cambio climático
Para lograr una gran meta, el camino más eficaz es dividirla en objetivos más pequeños, podría decirle cualquier ‘coach’. También es parte de la filosofía con la que llegan este jueves a la Cumbre del Clima algunos países, incluidos los integrantes de la UE, el G20 e incluso el anfitrión de la cita, Emiratos Árabes Unidos. Por primera vez en uno de estos encuentros climáticos hay sobre la mesa un acuerdo concreto sobre energías renovables: la idea es triplicar la capacidad en ocho años. La meta es ambiciosa, pero también más abarcable en comparación con el reto de limitar el calentamiento global a un umbral seguro para el ser humano.
Como cada año y durante dos semanas, la Conferencia de las Partes de la ONU reúne a los líderes y negociadores de casi 200 países, además de empresarios, activistas y políticos regionales para avanzar en la lucha contra el cambio climático. A la llamada COP28 de Dubái asistirán desde el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, hasta Carlos III de Inglaterra. No se espera a Joe Biden ni a Xi Jinping, presidentes de los dos mayores emisores de gases de efecto invernadero del mundo, que enviarán a sus negociadores en su lugar. Los organizadores prevén hasta 70.000 asistentes; será la mayor cumbre del clima hasta la fecha.
La comunidad internacional se juega mucho en estas citas. Todos los países están de acuerdo en que hay que evitar que el calentamiento global llegue a los 2 grados sobre la era preindustrial y, a poder ser, se quede en 1,5 gradospara limitar los impactos en forma de olas de calor cada vez más intensas, lluvias torrenciales o un aumento exacerbado del nivel del mar. Así lo acordaron en 2015, cuando firmaron el Acuerdo de París. El problema es cómo lograrlo, cuánto hace cada uno y de dónde sale el dinero. Los avances son lentos. El calentamiento actual es de 1,2 ºC y las previsiones apuntan a los 2,9º para final de siglo.
«Necesitamos un compromiso global para triplicar las energías renovables, duplicar la eficiencia energética y llevar la energía limpia a todos, para 2030«, enfatizó el lunes el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, a lo que añadió »un compromiso claro y creíble para eliminar progresivamente los combustibles fósiles en un plazo que se ajuste al límite de 1,5ºC«.
Desde hace ya varios años, el papel del petróleo, el gas y el carbón es el gran elefante en la habitación de estas negociaciones climáticas: los países más vulnerables y los más adelantados en la lucha climática, como la UE, piden que la comunidad internacional reconozca que se tienen que acabar, pero los estados petroleros y en pleno desarrollo, como China e India, reniegan de dar una señal política tan clara.
Un 17% más por año
Frente a un difícil consenso en el tratamiento político a los combustibles fósiles, la idea de triplicar las renovables a 2030 y duplicar la eficiencia energética se ha ido abriendo paso este año. La Agencia Internacional de la Energía asegura que es «la palanca más importante» para limitar la temperatura global a 1,5 grados. Evitaría alrededor de 7.000 millones de toneladas de emisiones de CO2 entre 2023 y 2030. «Eso sería comparable a eliminar todas las emisiones de CO2 actuales del sector energético chino», ejemplificaba en un informe en julio. Es un objetivo que ya secunda la UE y el G20 tras la reunión del pasado septiembre en la India.
Los analistas dicen que es una meta realista, pero necesita impulso. El mundo necesitaría aumentar el despliegue de renovables un 17% cada año. «Es posible triplicar la capacidad renovable mundial. Descubrimos que los planes gubernamentales ya se alinean con una duplicación de las energías renovables, y mantener tasas de crecimiento históricas desde 2016 pondría al mundo en camino de triplicarla. Sin embargo, requerirá un esfuerzo significativo a nivel nacional e internacional para desbloquear las barreras al rápido despliegue de las energías renovables y garantizar que la financiación pública y privada llegue a donde se necesita», explica a ABC Katye Altieri, analista energética del think tank Ember.
No significa que cada país deba triplicar su capacidad. «Algunos países que parten de un nivel inferior necesitarán más del triple, mientras que no sería factible que los países con una alta proporción de energías renovables tripliquen nuevamente», asegura Altieri. El análisis hecho por el think tank indica que países como Australia, Emiratos Árabes Unidos, Japón y Corea del Sur, que tienen altas emisiones de CO2 per cápita y objetivos de energías renovables más bajos, deberían aumentar sus ambiciones. En cambio, otros como China, India, Estados Unidos y la UE ya tienen planes bastante ambiciosos y su prioridad debería ser asegurarse de que los cumplen.
Para los países en desarrollo será más complicado. Su principal barrera es el dinero. Sólo el 2% de las inversiones mundiales en energía renovable de las últimas dos décadas se han realizado en África, por ejemplo. Esto significa que, para que haya un acuerdo a nivel global, también habrá que abordar un debate sobre asistencia financiera a los países necesitados, opinan desde el think tank World Resources Institute (WRI).
Captura de CO2
Pese al intento de bordear la discusión sobre los combustibles fósiles, el tema «dominará la conferencia», dice Jennifer Layke, del WRI. «La pregunta final es: ¿estamos viendo un abandono rápido de los combustibles fósiles? Ningún nivel de las conversaciones puede evitar la necesidad de gestionar un rápido declive de las emisiones».
El previsible debate sobre la reducción o abandono de los combustibles fósiles irá acompañado de la posibilidad de reconocer el papel de las tecnologías para capturar el CO2 de la atmósfera, de la posible inclusión de otros gases como el metano; o de cómo poner en marcha un mecanismo que compense a los países más vulnerables de los impactos del cambio climático.
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Todo ello podrá formar parte de la respuesta que deben dar este año los países al primer gran examen sobre su papel en la lucha climática. La evaluación técnica publicada en septiembre indicaba que los recortes de emisiones de gases de efecto invernadero, la adaptación frente a los estragos del nuevo clima y el dinero destinado a la transformación de la economía se quedan cortos frente a lo acordado en París. De la COP28 podría salir la hoja de ruta que acelere la acción en los próximos dos años.