Un análisis de la Asociación Española de Profesionales de Automoción asegura que «las prohibiciones, motivadas por un diagnóstico deficiente de la situación, no ayudarán en absoluto para mejorar la calidad del aire»
El motor de combustión, cada vez más refinado, eficiente y menos contaminante, debe tener un papel fundamental en el futuro para ayudar a reducir las emisiones y combatir el cambio climático. Es la principal tesis del análisis «Los motores de combustión contra la crisis climática», distribuido por la Asociación Española de Profesionales de Automoción, que agrupa a catedráticos, profesores universitarios e ingenieros del sector.
El texto, firmado por José Ramón Serrano, Raúl Payri, Bernardo Tormos y Alejandro Gómez Vilanova, del Instituto Universitario De Motores Térmicos CMT de la Politécnica de Valencia, asegura que el escándalo de manipulación de emisiones Dieselgate ha generado «un efecto mariposa» en la industria, sometida ahora a nuevas regulaciones «que obligan a obtener motores de combustión interna mucho más eficientes y limpios».
Los expertos critican que, como consecuencia de dicho escándalo, «los medios de comunicación y otros actores del mercado», así como los políticos, «sin una clara base científica», han generado una situación de «populismo energético» en la que se reclama «la muerte de los motores de combustión a medio plazo», sustituidos por los eléctricos y sus baterías. En este sentido, destacan que las prohibiciones de automóviles diésel y gasolina, «motivadas por un diagnóstico deficiente de la situación, no ayudarán en absoluto ni para mejorar la calidad del aire ni para mitigar el calentamiento global».
A su juicio, la tecnología eléctrica, impuesta como alternativa a los modelos convencionales, «no es nueva, no es limpia y, en general, no está libre de problemas». Según detallan, el primer gran problema es que el motor eléctrico «no usa una fuente de energía, sino un vector energético», puesto que este tipo de energía no se puede acumular en grandes cantidades. «Pese al progreso observado, las baterías son una tecnología totalmente inmadura».
En este sentido, critican que el reabastecimiento es inaceptablemente largo, su densidad energética es inaceptablemente baja y su vida útil es menor que la del propio vehículo. Además, «el suministro de materias primas para su fabricación «níquel, litio, cobalto, cobre, manganeso…) es un problema acuciante debido a su precio desorbitado (…) se extraen de países donde se incumplen los derechos humanos (…) y se refinan fundamentalmente en China, por lo que se añaden problemas geopolíticos a la inseguridad del suministro».
Contaminación del coche eléctrico
Los expertos también cuestionan la limpieza de la generación de energía eléctrica con el mix energético actual, que solo incluye, a nivel mundial, un 10% de energías renovables. «La electricidad se produce en la mayoría de casos a partir de fuentes de energía no renovables (con un 60% de pérdidas) y tiene que ser transportada (con pérdidas adicionales de otro 20%). «Está claro que, con el mix energético actual, la alternativa de los motores eléctricos no eliminará las emisiones globales de CO2».
Frente a esta tecnología, defienden los motores tradicionales diésel y gasolina, en los que «se avecina una revolución». «Los turbocompresores, los ciclos orgánicos de Rankine (ORC) y la hibridación son parte, dedicados a extraer cada Joule de energía». Al mismo tiempo, la investigación en química de catalizadores «ofrece posibilidades interesante para la limpieza de los gases de escape hasta límites increíbles».
Si bien asumen que la producción de combustibles fósiles también genera contaminantes, recuerdan que «ni la producción de las baterías ni la producción de electricidad están libres de emisiones de CO2 y contaminantes». Mientras tanto, «un motor Diésel Euro 6d Temp moderno puede limpiar el aire de partículas y esmog (niebla contaminante) en países muy contaminados o durante episodios graves de contaminación».
También reseñan, citando una investigación de Andreas Mayer realizada modificando filtros de partículas en maquinaria de construcción, que «las trampas de partículas de los modernos motores de combustión reducen el nivel de las PM10 por debajo del valor medio atmosférico». Al mismo tiempo, podrían emplear combustibles sintéticos, generados mediante CO2 capturado previamente de la atmósfera, «lo que representaría una manera eficiente de eliminar el CO2».
«La tecnología está disponible y la investigación en curso para permitir que los motores de combustión interna de próxima generación actúen como aspiradores de contaminantes en el aire de las grandes ciudades. Esto es algo que los motores eléctricos con baterías no pueden hacer», sentencian. Al mismo tiempo, restan importancia al impacto de una hipotética reconversión total del parque automovilístico en eléctrico: «La contribución del transporte a las emisiones mundiales se ha mantenido históricamente en el 10% (…) un cambio masivo supondría una reducción potencial mundial de un 11% de las toneladas equivalentes de CO2 que se emite, y eso en el caso de que los motores eléctricos cargasen con batería a partir de energía 100% limpia».